LLDL - Capitulo Uno -

La Leña del Leñador

Capítulo I – Un cambio al amanecer

Azotado por la mano humana, desmembrado durante miles de años, el orden natural es lentamente destruido por los hombres, quienes ríen y disfrutan sin mostrar misericordia, como si el mundo que los cobija no tuviese ni la menor de las importancias. Día tras día caen árboles inocentes, día tras día mueren animales salvajes para servirles como alimento y ropaje, día tras día los cielos son contaminados con humos y quemazones que a ellos parecen divertir, día tras día este planeta pierde un pequeño trozo de su alma.

A su vez, es un alma la que entre todos estos humanos insensatos merece todos los males que alguien le pueda causar, un hombre que cada mañana se adentra en los escasos bosques para mutilar árboles indefensos, y cazar pequeños herbívoros sólo por diversión. Me equivoco al decir que es un hombre, no, él es un demonio, un alma manchada por la maldad que sólo ha venido al mundo a causar desdichas y tristeza. Se hace llamar Lethor, El leñador.

Durante décadas lo he observado impotente, muchos años he tenido que ver sus atrocidades sin poder hacer algo al respecto, pero esto pronto cambiará, mi edad ya casi me permite actuar bajo mi voluntad, moverme con libertad donde quiera hacerlo, finalmente, podré a ese demonio castigar.

Sólo un día más, unas cuantas horas de espera y el sufrimiento del bosque habrá terminado, largos minutos me separan de un acto final, eternos segundos que podrían llegar a ser algo crucial.

Esta mañana Lethor se ha levantado iracundo, tal vez una pelea nocturna con su compañera, o un mal sueño, no lo sé, pero pronto observaré las consecuencias. Temprano toma desayuno y se alista para adentrarse en el ya cansado bosque, su mañana es una rutina imposible de ignorar, coge una enorme hacha; una que pocos hombres podrían levantar, prepara una bolsa con algunos víveres y parte hacia la matanza. Camina lentamente por un sendero que antiguamente estuvo rodeado de grandes abedules con troncos manchados por una corteza pálida y por arbustos de todos los portes y formas de los que, hoy en día, sólo mis recuerdos perduran. Su andar lo lleva hasta un pequeño arrollo, allí decide descansar sobre una roca, ya ha caminado varios minutos hacia el bosque que alguna vez le quedó a sólo dos pasos de su cabaña.

Después de cerrar sus malditos ojos durante unos minutos que para mi parecieron una eternidad, vuelve a retomar su camino. Puedo sentir sus pisadas como ondas que avanzan por la tierra hasta llegar a mis extremidades, lo puedo ver aunque no esté a su lado. Si tan solo el humano hubiese intentado observar todo lo que la naturaleza podía brindarles sin necesidad de destruirla… estúpidos.

Finalmente, el leñador llega a su objetivo, viejos robles con sus imponentes troncos descansan sobre la espesa hierba, una presa fácil, dinero instantáneo, sólo en eso piensa, nada más le interesa.

Con un gesto horrible, escupe sus manos para luego esparcir el líquido por su par de palmas, entonces, vuelve a levantar su gigantesca hacha y comienza el martirio para mi hermano. ¡Tac!, ¡Tac!, ¡Tac!, la corteza seca del roble se resquebraja para revelar un interior vivo, puedo oír el lamento silencioso del árbol, ¡Tac!, ¡Tac!, !Tac!, la tristeza que he vivido durante siglos vuelve a mi y me obliga a sacudir mi cuerpo, un ave emprende el vuelo al sentir el temblor bajo su hogar, ¡Tac!, ¡Tac!, ¡Tac!, el tronco poco a poco cruje al ser penetrado lentamente por el filo del hacha, pronto otro inocente sucumbirá ante un castigo inmerecido, otro árbol caerá luego de vivir cientos de años en paz y armonía con su alrededor.

Pasan las horas y el roble cae sobre sus verdes ramas, algunas de ellas se quiebran con el impacto, otras se doblan, el árbol agoniza, su vida se extinguirá en pocos minutos, Lethor ríe diabólicamente mientras hace, por mera diversión, tajos en el cuerpo de mi hermano caído. Una ira incontrolable se apodera de mi, sólo unas horas más, y en el próximo amanecer algo en el bosque habrá cambiado.

Después de divertirse, Lethor abandona su victima en el medio del bosque y comienza su viaje de vuelta al hogar donde pasó una mala noche, por la tarde, regresa con un grupo de extraños, amarran las ramas y el tronco del roble, luego lo levantan y lo depositan sobre una plataforma la que finaliza el trabajo transportando los restos hacia el lugar donde estos serán elaborados.

Cae la noche y mis ansias se hacen notar, los animales comienzan a instalar sus cuerpos a mi alrededor, liebres, lagartos, felinos, canes, y aves de todos los tipos migran desde sus madrigueras y nidos para asentarse junto a mi, saben que en poco tiempo podré ayudarlos, tienen claro que el día del cambio está a punto de arribar, esperan junto a mi, me apoyan y, harán lo que sea necesario por limpiar los bosques de demonios como El leñador.

Esta mañana Lethor se ha levantado con muy buena cara, ha recibido una gran cantidad de dinero por la calidad del roble que envió la tarde anterior, su compañera limpia la cabaña y prepara el desayuno, él prefiere no esperar su alimento matutino y comienza con su rutina, nuevamente, como todas las mañanas emprende el camino hacia el bosque con su hacha apoyada en el hombro, avanza a través del antiguo sendero de abedules, pasa el arroyo y, finalmente, llega al lugar donde cortó su último roble. Se sienta sobre lo único que queda del árbol, la parte inferior del tronco que permanece unida con la tierra. Enciende un cigarrillo y tararea una melodía que para mi ya es familiar, descansa algunos minutos y, finalmente se prepara para llevar a cabo su acto final.

¡Tac!, ese golpe fue como una bendición, sentí el dolor que todos mis hermanos caídos alguna vez sintieron, pero esta vez la historia no se volvería a repetir, Lethor se detuvo en seco, sintió que algo raro sucedía, y claro que lo sintió, el árbol que golpeaba se había movido de manera antinatural (o así lo veían los humanos). Levanté mi sólida pierna izquierda y pateé brutalmente al humano, él, anonadado, cayó unos metros más atrás y permaneció en el suelo a causa del dolor y el temor, y como no, una pierna de dos metros de altura, hecha completamente de sólida y viva madera lo había mandado a volar sin ningún esfuerzo. Sus ojos casi salen de sus cuencas al observarme, fácilmente pude pasar como un humano, pero no cualquiera, un humano de cinco metros de altura, con el cuerpo completamente hecho de madera, con cabellosrama y ojos de savia dorada.

Un grito ahogado salió de su boca, intentó levantarse pero no pudo, tenía una pierna rota. Su rostro comenzó a mojarse con el sudor que le provocaba el miedo, lentamente inició un arrastre desesperado, sabía que su momento había llegado, pero como todos los humanos, intentaba huir, él tenía esa posibilidad, pero nunca pensó en el sufrimiento que les causó a aquellos que ni siquiera pudieron defenderse, en el dolor de cientos de árboles que asesinó sin piedad, de todos los animales que perecieron para saciar su ansia de matar. Di dos pasos y alcancé al maldito leñador, me miraba implorando piedad, una misericordia que yo nunca le entregaría. Entonces, me habló.

—Perdóname, lo siento mucho, por favor, ¡no me hagas daño! —exclamó —Nunca más volveré a cortar un árbol, no dañaré más, ¡lo juro! —continuó con tono agonizante.
—Tus juramentos no son reales, mientes por temor, nada de lo que dices tiene valor, por lo menos, no para mi. —dije en su lengua para su sorpresa —Durante años mutilaste mi hogar sin pensar en las criaturas que en él vivían, durante años quemaste nuestra corteza para alimentar un fuego que solo a ti ayudaba, durante años hiciste leña del cuerpo de mis hermanos, y ahora, irónicamente, después de todos estos años, esa misma leña, acabará con tu vida. —nada más dije, sin dudarlo levanté mi pierna, aplasté al demonio, la hierba se tiñó roja, y llegó el fin de Lethor, El leñador.

Pero esto no terminaría aquí, claro que no… debía seguir. Y lo hice.